miércoles, 23 de enero de 2008

no funcionó

No funcionó. Cayendo del cielo, como confeti mezcla de hierro retorcido y plástico quemado, silbaba por la velocidad el último invento de Julio y Tomás. Uno, de aspecto áspero después de cuarenta años en el mugriento taller de un aeródromo. El otro, de mirada cansada tras dos tercios de vida puliendo con sus pupilas los espejos de un telescopio. Esta era su enésima intentona de colocar una de sus dentaduras postizas en orbita. La tarde se echaba encima, y el reuma no permitía más ensayos. Los dos se miraron y sonrieron. No funcionó. Pero a la jubilación no hay que rendirle cuentas.

1 comentario:

ne dijo...

k ganas me han entrado de jubilarme ya!!!!

aunk yo lanzaría pelucas, de áspecto áspero, claro!!!

muak