viernes, 22 de enero de 2010

..baile de máscaras..

Las carcajadas anónimas, ocultas bajo negros antifaces, y los altavoces, llenan el ambiente de una sonoridad caótica que convierte a los presentes en marionetas del metrónomo de sus espíritus. La música se vuelve rápida, caótica. Los cuerpos se remueven con un argumentado compás definido por los dedos del demonio. Y me dejo llevar. En uno de mis torpes pasos de baile, me topo con una cara de porcelana con cuerpo femenino que me mira fijamente... Las máscaras tienen ese punto intrigante que hace que las personas se sientan extrañamente excitadas, por la inquietud que proporciona el no saber quién se encuentra tras ellas. Intento apartar la mirada, pero vuelve a clavar sus oscuros ojos sobre mí, y la sensualidad que envuelve el ambiente me obliga a buscarla a través de la multitud. Con prisa, salgo del edificio y sigo a la desconocida mujer entre los canales de Venecia, hasta que mi aliento resuella por encima del crujido de la madera podrida de los embarcaderos. Cabizbajo acepto la realidad, se ha ido. De repente, oigo un golpe en el agua. Una máscara sonriente de labios perfilados con pan de oro pasa flotando a mi lado, mirándome, metáfora de que todo viene y va, sin sentido alguno, simplemente a merced del destino. Vuelvo hacia el gentío, pensando que nunca sabré quien era, pero convencido de que, por un momento, fue alguien especial.

miércoles, 20 de enero de 2010

..Gracias Tío Sam..

Yo no soy popular.
Imagino fiestas de cumpleaños con compañeros de clase, jardines con piñatas, juegos y risas, esa imagen se borra todos los días camino de clase, cuando suena la campana. Voy mirando al suelo. No hay razones para llevar la cabeza alta, porque, nadie mira a quién no es popular.
Construyo mi mundo, hablo con personajes irreales, manufacturados en mi propia mente. He tenido conversaciones con quaterbacks, con presidentes de fraternidades. Pero ninguno es real, porque no soy popular.
Imagino mi juventud en grandes universidades, con campus verdes donde se cimentan grandes amistades y proyectos de futuro, pero más de una bala impactará en mi cuerpo, en Irak, o Afghanistán, dando mi vida por una patria que no mira por mi, porque no soy popular.
Construyo sueños, mis ideas se convierten en realidad cuando abro los ojos, coches caros, un buen trabajo, un despacho en un gran rascacielos del area financiera. Pero todo se derrumba al abrir los ojos, y me veo vendiendo coches de tercera mano, porque no soy popular.
Imagino abrazos y sonrisas al llegar a casa, una exanimadora con la cena preparada y un buen partido de futbol americano en un canal de pago. Pero llegaré a mi apartamento y me prepararé un sandwich de crema de cacahuete mientras miro algún programa en la televisión pública, porque no soy popular.
Me veo entre grandes hombres y mujeres, en refinadas recepciones, asistiendo a suculentas cenas, y sin embargo cada noche acabo en un pub de alterne perdiendo mis dólares en tangas minúsculos, porque no soy popular.
Imagino mi vida en un barrio con niños jugando en la calle y un 4x4 aparcado en la puerta, al lado del descapotable, pero abro la ventana y veo robos, drogadictos y la amenaza constante de la policía. Porque en mi barrio no vive el que es popular.
Imagino terminar mi vida en una residencia de lujo, con excompañeros de trabajo y recibiendo una sabrosa jubilación, pero acabaré mis días entre rejas o muerto por cualquier asesino sediento de venganza por esta cultura en una sucia calle de la ciudad, porque el gran sueño americano no tiene tiempo para mi, porque no soy popular.